Joder con esta mierda, este pinche blog empezó como una forma de matar el tiempo y contar cosas cagadas y no tan cagadas de la puta vida (y en su caso de la vida puta). No he sido un bloguero disciplinado y constante, pero últimamente antes de dormir (puteado por el trabajo) me acuerdo de este pinche rincón ignomioso y me pesa no haber escrito nada. En ese momento siento como que no me lave el hocico o no me limpie bien el culo y se vuelve una pinche obsesión jodida que he logrado apaciguar leyendo a Bukowski, a Serna (que bueno es ese cabrón) o viendo cualquier programa en la TV, hasta que me quedo jetón. Al otro día es lo mismo y lo mismo, hoy es lo mismo, siento como una obligación de alimentar a esta pinche memoria cibernética en un puro acto de exhibicionismo, de ventilar las mamadas de la vida de mis cuates, el mostrarme en mi estupidez emocional valiéndome madres que alguien observe los pliegues de mi consciencia. Y es que he caído en cuenta que el trabajo me absorbió de tal forma que me ha dejado sin vida, al grado que no hay nada interesante que contar, es decir no he cogido, no me he topado con las tropelías de una vida inútil, con las confesiones de una crisis pretenciosa y me he vuelto una pinche cucaracha kafkiana tan de hueva que me podría asfixiar con una rociada de raid mata bichos. Asi que si un wey (no me acuerdo quien) dijo que un escritor escribe para vivir yo necesito vivir para escribir, quizás ahí me doy cuenta porque no soy escritor y si un simple bloguero cuya vida se ha vuelto de hueva, así que le meto emoción a mi vida o husmeo (como suelo hacerlo) en la vida de mis cuates y les cuento.
De los pasos que se siguen para sobrellevar la vida, de todo y nada, de mi y del mundo.
jueves, agosto 23, 2007
El final de la batalla
Con los labios impregnados por sus besos,
confieso,
en la ruinas de mi alma,
bañadas con los ríos de mi sangre, lo grito
estoy derrotado
tendido en el árido valle del desamor
espero, moribundo,
la estocada final del desengaño
sírvanle de botín mis brazos
mi pasión de lumbre para la pira de mis restos
No hay misericordia para la derrota
ni clemencia para el caído
entre el hedor de mi silencio, suplico
rieguen cal sobre mi cuerpo
tantas veces penetrado
por su lanza de carne y orgullo.
Que la victoria corone sus dulces sienes
y grabe en el patio de su olvido
mi nombre
sin epitafio, ni ceremonias,
pues en el cementerio de los ilusos
sobran palabras
cuando palabras fueron
la causa de mi derrota.
confieso,
en la ruinas de mi alma,
bañadas con los ríos de mi sangre, lo grito
estoy derrotado
tendido en el árido valle del desamor
espero, moribundo,
la estocada final del desengaño
sírvanle de botín mis brazos
mi pasión de lumbre para la pira de mis restos
No hay misericordia para la derrota
ni clemencia para el caído
entre el hedor de mi silencio, suplico
rieguen cal sobre mi cuerpo
tantas veces penetrado
por su lanza de carne y orgullo.
Que la victoria corone sus dulces sienes
y grabe en el patio de su olvido
mi nombre
sin epitafio, ni ceremonias,
pues en el cementerio de los ilusos
sobran palabras
cuando palabras fueron
la causa de mi derrota.
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