sábado, marzo 13, 2021

PÁNICO

 

Como una piedra que cae en medio de un lago durante una noche sin luna. Como los pasos de un niño extraviados en las llanuras del silencio. Como el fétido aliento de un moribundo en una tarde de junio. Así llega a ti. Con la congoja enlutada, el alma de vidrio y la piel llorosa.

Nada puedes hacer. Tus huesos y músculos son como una jaula arrojada a las brasas, donde se consumen las últimas sonrisas de la inocencia y la memoria. La memoria, con tus recuerdos tortuosos, es como el llanto sordo de un crío dentro del vientre de su madre apuñalada.

Impávido, desde un espejo negro; las catilinarias dictadas por tu reflejo son la lengua de un gato lamiendo tu corazón. Y en el desierto de la voluntad, donde el cuerpo de Dios se pudre, impera la amenaza de lo incierto... Solo te queda respirar. El aire es arena petrificada en tus pulmones y en tu mirada brilla la ceguera del suplicio.

En este proceso no hay causa ni sentencia, solo hay un verdugo navegando en una balsa en medio de un lago donde cae una piedra, donde los pasos de un niño se extravían, donde el viento juega con el fétido aliento de un moribundo obligado a vivir. Así son los temibles asaltos del pánico y sus huestes: la culpa, la desesperanza y el dolor.

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